jueves, 4 de febrero de 2010

COLOSENSES Y EFÉSIOS

Colosas era una ciudad situada cerca a Éfeso, esta comunidad había recibido la Buena Nueva no por Pablo sin gracias a las fatigas misionera de Épafra un discípulo de Pablo, este llevaría consigo la carta escrita por el apóstol en la cual Pablo refuta a los falsos doctores las desviaciones teológicas, recordando que Cristo es el único salvador. En la parte doctrinal se destaca el himno cristológico. Pablo presenta a Cristo Jesús como único centro del universo, de la creación y de la redención. Él es el único salvador de la persona humana, el único que puede reconciliar al hombre con Dios.

Presenta a la Iglesia como una comunidad santa porque su cabeza es Cristo, pero, al mismo tiempo, pecadora por estar conformada por personas humanas. El camino de esta Iglesia pasa por el sufrimiento, pues Cristo sigue sufriendo su pasión salvadora en los miembros sufridos de su cuerpo, que es la Iglesia. La fe, la esperanza y el amor son las virtudes teologales que dan muestra de la auténtica vida eclesial, y permiten experimentar la consoladora certeza que nuestra vida “está escondida con Cristo en Dios”.

Entre las llamadas “cartas de la cautividad”, la Carta a los Efesios es la más extensa y la que contienen una más amplia exposición doctrinal; mientras la Carta a los Colosenses es ante todo cristológica, la de los Efesios es particularmente eclesiológica. El propósito del autor es el de fundamentar la vida de los cristianos en los sólidos cimientos de la fe, como garantía de coherencia y fidelidad en el testimonio de Cristo en medio de grandes dificultades.

El Plan Salvífico de Dios: Al inicio de la Carta encontramos un himno dedicado a este tema particular, donde se pone de relieve la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la Historia de la Salvación.
Cristo Jesús: centro de la Historia de la Salvación: La centralidad de Cristo como “primogénito de la creación”.

La Salvación es don gratuito de Dios, en Jesucristo: El fundamento de la obra salvífica es la inagotable misericordia y el inmenso amor de Dios que ha querido liberarnos de la esclavitud del pecado con la resurrección de su Hijo.

Unidad en Cristo y en la Iglesia: tanto judíos como gentiles participan igualmente de los privilegios de la Alianza, porque Cristo derribó todo muro de separación entre los pueblos, suprimió la enemistad y constituyó un único pueblo nuevo que viva en la paz y la libertad.

Ministerio apostólico al servicio del pueblo de Dios: Pablo eleva una ferviente oración de gratitud a Dios por haberlo llamado al ministerio apostólico, no como privilegio o fuente de poder, sino como ocasión de servicio al bien de todos.
La vocación del cristiano: Todo bautizado ha sido llamado por Dios para desempeñar en la Iglesia una misión de servicio al mundo, debe trabajar con los propios dones para construir el Cuerpo de Cristo en la unidad, la paz y el amor.

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